Estados Unidos preocupado por inversión automotriz china en México

La industria automotriz estadounidense ha manifestado una profunda preocupación debido al establecimiento de fabricantes de automóviles chinos en México, quienes buscan aprovechar las reglas comerciales de Norteamérica. Una vez instalados, envían vehículos eléctricos a bajo costo a Estados Unidos.

A medida que estos vehículos eléctricos chinos se distribuyen en el país, las versiones fabricadas en Estados Unidos, que tienen un costo promedio de 55 mil dólares (aproximadamente el doble que sus contrapartes chinas), encuentran cada vez más difícil competir. Como consecuencia, fábricas estadounidenses están cerrando y trabajadores pierden sus empleos en la industria automotriz del país.

Esto podría convertirse en una repetición dolorosa de cómo la competencia china, subsidiada por su gobierno, ha devastado industrias estadounidenses como la acerera y la de paneles solares durante los últimos 25 años. En esta ocasión, la amenaza recae sobre los vehículos eléctricos, considerados el núcleo del negocio futuro de los fabricantes automotrices estadounidenses.

¿Qué sucede con el T-MEC?

El acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC), negociado durante el gobierno de Donald Trump y promulgado en 2020, podría ser explotado por Beijing. Sus reglas permitirían que los automóviles chinos ensamblados en México ingresen a Estados Unidos sin pagar aranceles o con un arancel nominal del 2.5%. Esto permitiría a China vender sus vehículos eléctricos muy por debajo de los precios típicos en Estados Unidos.

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Para contrarrestar esta amenaza, Estados Unidos tiene varias opciones. Los funcionarios de aduanas podrían dictaminar que los vehículos eléctricos chinos no califican para los beneficios arancelarios bajos o libres de impuestos, a pesar de ser ensamblados en México.

Los legisladores también podrían presionar a México para que impida la entrada de vehículos chinos, o restringir la importación de vehículos eléctricos chinos a Estados Unidos alegando que representan una amenaza para la seguridad nacional.

Sin embargo, cualquier medida que tome el gobierno estadounidense probablemente enfrentará desafíos legales de las empresas que buscan importar estos vehículos. Hace unos meses, el presidente Joe Biden incrementó los aranceles a los vehículos eléctricos chinos al 27.5%.

Ventaja de los vehículos chinos



La amenaza de Beijing surge en un momento crítico para los fabricantes de automóviles estadounidenses, quienes enfrentan una desaceleración en las ventas de vehículos eléctricos a pesar de invertir miles de millones de dólares en su producción. Esto representa una apuesta costosa a que los estadounidenses adoptarán los automóviles impulsados por baterías en las próximas décadas.

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Hasta ahora, China ha tomado una ventaja significativa, representando casi el 62% de los 10.4 millones de vehículos eléctricos producidos en todo el mundo el año pasado. En contraste, Estados Unidos, en segundo lugar, fabricó alrededor de un millón de unidades, menos del 10% del total, según GlobalData, una firma de consultoría y análisis.

Los fabricantes de automóviles chinos han logrado avances notables al mantener bajos los costos y avanzar tecnológicamente. BYD, por ejemplo, presentó el año pasado un pequeño vehículo eléctrico llamado Seagull, que se vende por solo 12 mil dólares en China y 21 mil dólares en algunos países latinoamericanos.

Este vehículo, considerado una maravilla de eficiencia en ingeniería, puede recorrer mayores distancias por carga gracias a su diseño liviano y una batería más pequeña. BYD ha considerado construir una fábrica en México, aunque solo para el mercado mexicano.

El mes pasado, Biden aumentó drásticamente los aranceles a los vehículos eléctricos chinos, de 27.5% a 102.5%, buscando eliminar del mercado estadounidense incluso al Seagull de BYD. Europa también está preocupada: la Unión Europea planea imponer aranceles de hasta 38.1% a los vehículos eléctricos chinos durante cuatro meses a partir de julio.

No obstante, el T-MEC potencialmente permite que los vehículos ensamblados en México, aunque sean producidos por fabricantes de automóviles europeos o asiáticos, ingresen a Estados Unidos con aranceles mucho más bajos o sin aranceles.

Si los automóviles fabricados en México cumplen con los requisitos del T-MEC, podrían ingresar a Estados Unidos libres de impuestos. Esto exige que menos del 75% de un automóvil y sus piezas provengan de Norteamérica, y al menos el 40% debe originarse en lugares donde los trabajadores ganan al menos 16 dólares por hora.

Sin embargo, para un fabricante chino de vehículos eléctricos como BYD, calificar para el trato libre de impuestos bajo el T-MEC podría ser complicado, incluso si intentara obtener partes en América del Norte.

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